Investigación Cualitativa: ¿Ciencia o Filosofía? ¡Que Comience el Debate!

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Author

Antonio Matas

Published

October 19, 2024

Imagina que estás en una mesa de café con un grupo de científicos. Algunos están contando estadísticas sobre poblaciones, gráficas, y números que parecen resolver todos los problemas del mundo, mientras otros están sumergidos en historias de vida, relatos de campo y detalles complejos de situaciones específicas. Así es el debate eterno entre la investigación cualitativa y cuantitativa. Pero ¿realmente la investigación cualitativa merece un lugar en la mesa de las ciencias, o está más cerca de la narrativa literaria?

Imagen: Meme que circula por Internet

La investigación cualitativa es ese enfoque que se toma su tiempo, que no persigue a los números y los grandes tamaños de muestra. En lugar de eso, se sienta a conversar con las personas, a observar con detalle, a analizar lo que hay debajo de la superficie. No busca tanto contar cuántas personas hacen algo, sino entender por qué lo hacen y cómo lo experimentan.

Si te gusta más el arte de comprender una película que simplemente saber cuántos boletos vendió, o qué emociones transmite un pianista durante la ejecución de una obra, y no tanto el número de notas que toca por minuto, o la escala en que está tocando, entonces probablemente te sientas atraído por este tipo de investigación. Se trata de dar sentido a experiencias humanas complejas, de ahondar en los significados que las personas le dan a sus acciones. Es como abrir la puerta de una historia personal que te cuenta todo lo que no sabías que necesitabas saber.

Sin duda todo esto suena bien, además, las grandes ideas en ciencias sociales casi siempre empezaron con estudios cualitativos. Para muchos, es la llave para acceder a nuevos mundos de conocimiento. Es cierto, es una actividad intelectual (por tanto cognitiva) que aunque no una fórmula universal, sí otorga una comprensión profunda de ciertos contextos. Por tanto, es un acercamiento ideal cuando las situaciones son tan complejas y llenas de matices que no puedes reducirlas a simples números.

Piensa en un antropólogo en medio de una tribu o un sociólogo caminando por las calles de una ciudad caótica. Lo que ellos capturan no se puede medir con una hoja de cálculo, pero es información útil, indispensable para entender la realidad social. Además, en el mundo de la educación, el marketing o incluso el desarrollo de políticas, los estudios cualitativos ofrecen una perspectiva diferente, más cercana y directa.

Pero, claro, no todo es color de rosa. Si vuelves a esa mesa del café, seguro que encuentras al tipo de la bata blanca que exclama: “¡Eso no es ciencia!”. Y tiene sus razones para pensar así. Los defensores de la investigación cuantitativa sostienen que la ciencia se basa en datos generalizables, replicables y, lo más importante: objetivos. Es decir, todo lo que NO es el enfoque cualitativo.

La investigación cualitativa, con sus relatos detallados y sus análisis interpretativos, no siempre encaja en ese molde. Se argumenta que es demasiado subjetiva, que depende en gran medida de la perspectiva del investigador y que su naturaleza interpretativa la acerca más a la filosofía o incluso al arte que a la ciencia como tal. Para estos críticos, incluido un servidor, si no se puede repetir el estudio exactamente igual y obtener los mismos resultados, entonces estamos en aguas filosóficas, no científicas.

Aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes. ¿Debe la ciencia ser sólo cuantitativa, o puede haber un lugar para las interpretaciones que ofrece la cualitativa? ¿Y quién decide qué cuenta como ciencia? Este debate es mucho más que una cuestión técnica; es una reflexión sobre qué valoramos como conocimiento.

Al final del día, lo que está en juego es cómo entendemos la realidad. ¿La reducimos a números o dejamos espacio para explorar lo complejo y lo humano? Mientras tanto, la investigación cualitativa sigue sentada en la mesa, en medio de las estadísticas y los datos duros, buscando su lugar en el mundo del conocimiento. Y quizá lo más importante no sea cuál es más válida, sino cómo ambas pueden complementar y enriquecer nuestra comprensión de los fenómenos sociales.

Personalmente, todo esto me lleva a una pregunta más profunda: ¿es necesario que consideremos todo esto como Ciencia? ¿A caso no estamos desencajando el contenedor que llamamos Ciencia para que todo pueda entrar ahí?